Los resultados de los comicios presidenciales en primera vuelta, celebrados el pasado 29 de mayo, son un indicador indiscutible del momento político-cultural por el que atraviesa el país, sin que éste pueda ser reductible a ellos. La complejidad y la densidad de la problemática acumulada del país trasciende miradas de la política, lo político y la acción política circunscritas a la elección del presidente de la República, lo cual no implica que se deba ser indiferente frente a ella. Siempre es preciso advertir que los espacios institucionales están concebidos esencialmente para proveer garantías de preservación y reproducción del orden social vigente, sin que ello conlleve la negación de la posibilidad de disputarlos con el propósito de fisurar o incluso socavar la dominación de clase, contribuir a propiciar procesos democratizadores, abrir espacios para la reforma y habilitar mejores condiciones para las luchas.