Es la vieja alquimia de los nuevos dictadores o de los gobernantes de turno, quienes al iniciar sus reinados la ensayan como fórmula para que los que tienen necesidades amen tenerlas e intenten ser felices con ellas; para que los que padecen hambre y desnutrición se sientan privilegiados y culpables del hambre de sus compatriotas —por tanto— no reclamen sus derechos... por el contrario los cedan; para que los sindicalistas se convenzan de que su papel es ser cada día menos "conflictivos" y más sintonizados" con los "nuevos tiempos". En general, para que los que van a sufrir sientan que escogieron su dolor y su verdugo de una forma democrática y participativa al someter por vías consensuales el diseño de la política. Sólo en mentes perversas y periódicos cómplices de circulación nacional quedaría así solucionado el conflicto social colombiano.
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