A más de tres años del gobierno de Santos, las líneas de continuidad del proyecto de acumulación capitalista neoliberal de las clases dominantes son evidentes. Al mismo tiempo, las diferencias en el bloque dominante en el poder, que se habían perfilado a los pocos meses del comienzo del mandato presidencial, se han acentuado en forma tal que es posible constatar un resquebrajamiento en el consenso que se había logrado estabilizar y consolidar a lo largo de los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). Si tales diferencias se expresaron inicialmente en el campo estrictamente político y en enfoques sobre el ejercicio del poder, entre tanto es claro que ellas también se manifiestan en las concepciones acerca de la orientación que debe dársele al proyecto político-económico.