Dentro de los múltiples interrogantes que se le han planteado a la opinión pública en el marco de la llamada crisis política, uno ha cobrado fuerza: ¿generará ésta una recesión económica?. Todo parece indicar que la respuesta a tal pregunta exige una necesaria distinción entre la dinámica y la racionalidad propias de la coyuntura del proceso de acumulación, de un lado, y las interpretaciones ideológicas sobre los alcances de la crisis y su capacidad de autopurificación del sistema, del otro.
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